Médico Intensivista del Hospital del Vinalopó, el ilicitano Raimundo Vicente detectó una necesidad en su ámbito de actuación a la que ha dado respuesta con un revolucionario sistema pionero de sujeción externa para marcapasos que permite minimizar el riesgo de complicaciones e infecciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Gracias a la colaboración llevada a cabo con el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (PCUMH), el doctor ha desarrollado y patentado una carcasa que se sujeta al cuello del paciente y que reduce hasta en un 35% que se produzca una rotura cardiaca.
En el proceso de estimulación cardiaca que se aplica a pacientes con una frecuencia por debajo de los 60 latidos por minuto, producida habitualmente por el exceso de medicación o enfermedades degenerativas, se utilizaba tradicionalmente cables rígidos que actuaban en el corazón a través de las grandes venas y que estaban conectados a una batería que obligaba a los pacientes a permanecer en la UCI. El movimiento de los encamados hacía que, en muchas ocasiones, se perdiera el contacto y volviera a bajar la frecuencia cardiaca. Desde 2005 se vienen aplicando modelos de marcapasos más móviles, sin cables tan rígidos. Aunque mejorado, este sistema también presenta problemas de seguridad y de posibles infecciones intravasculares, algo que ahora se corrige con el dispositivo patentado por Vicente y el PCUMH.
Con el objetivo de optimizar esta técnica y mejorar el bienestar del paciente, el médico se puso en contacto con el PCUMH. De este modo, uniendo fuerzas, han creado un sistema pionero que resuelve los inconvenientes derivados del método tradicional de la colocación de marcapasos externos temporales. El dispositivo permite emplear electrodos y generadores que son más seguros para los enfermos.
La gran innovación de este sistema radica en su diseño y desarrollo de un mecanismo de sujeción que está compuesto por una carcasa en la que se introduce el marcapasos. Las piezas funcionales que se han diseñado permiten que los médicos puedan implantar el sistema en el lado izquierdo o derecho del paciente, utilizando la vena yugular. “El dispositivo tradicional se colocaba con apósitos, lo que suponía una zona de entrada de bacterias importantes, al quedar tapada la zona de punción cercana a la yugular. Los marcapasos externos se despegaban e, incluso, se producían tirones en el corazón”, explica Vicente sobre una serie de complicaciones a las que ahora ha dado respuesta con su carcasa pionera, que aísla los cables y evita contaminaciones.
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